sábado, octubre 20, 2007

Aquel sitio me traia tantas memorias, a la vez tan distantes, con otro sabor, no latente pero si disolutas. Tal como ocurre cuando te despiertas y el sol ya acaricia tus ojos, sientes que sigues soñando pero te das cuenta que la sensacion no es de futilidad sino que la sientes corporea, más real.

Segui rondando por aquellos pasillos de piedra, aquella casa que iba a habitar pero que jamás entré. Conforme segui caminandola iba rememorando cosas y deseos, deseos que se evaporaban con forme iba reconociendo de nuevo viejos rincones y añejos destellos. La seguí redescubriendo, a cada paso que daba trataba de inhalarla completamente, pero su viejo aroma no entraba ya en mi. Crucé el tunel y al llegar al umbral del espejo de agua me di cuenta que el sol seguía brillando, tal como aquella vez en que dejé mi último anhelo marcado entre las ondas de aquel estanque.

Lo crucé sin más, tan solo queriendo sentir de nuevo la tenue brisa de aquellos días. al cruzar el arco, bajé por aquellas escaleras de piedra volcánica, escaleras que sentía como si se les hubieran negado el deber de verme bajar con mi alegría desde aquel funesto día.
No fue sino hasta ese instante que descubrí lo que era ser un fantasma en vida.