jueves, febrero 19, 2004

Una historia (II)...

Había caminado un buen trayecto y aún veía todo demasiado denso. Conforme seguía caminando, una esencia la envolvió en su totalidad. La cubrió de cabeza a pies haciéndola sentir algo indescriptible, cómo si una descarga eléctrica le recorriera su columna, desde la nuca hasta la espalda baja. Era extraño porque la misma fragancia la hacía sentir una tibieza en sus brazos y un halo que resplandecía alrededor de todas las hojas del bosque. Era tan intensa la sensación que tuvo que poner una rodilla en tierra porque se estaba mareando. Ya no sabía si lo que veía era real o no, poco le importaba, simplemente se dejaba llevar por aquel olor tan agradable que le había inundado todos los sentidos. La vista se le nubló, tuvo que seguir avanzando a tientas porque esa sensación la desorientaba demasiado, ya no sabía donde había quedado su estrella guía. La tierra entre sus dedos se sentía fresca y húmeda, de una textura fina en algunas partes, a veces tropezaba con ramitas u hojarasca. La noche estaba más espesa que nunca, jamás había visto una noche tan obscura, sobre todo porque las copas de los árboles cubrían los cielos evitando que las luciérnagas resplandecieran en el negriazul. No podía resistirse ni un instante más pero se trataba de sobreponerse. Se topó con lo que parecía ser las raíces de un gran árbol, se acurrucó ahí mismo y cerró los ojos.
El éxtasis fue tan prolongado que le causó una somnolencia tal que no pudo evitar caer en un letargo.