martes, febrero 17, 2004

Una historia…

Él se encontraba en la cima de la colina, desde donde se podía observar más allá de los campos de la cosecha veraniega. Hacía ya más de media luna que se encontraba ahí, bajo la sombra de aquel árbol, que no era ni muy joven ni muy viejo. Cómo era de esperarse, nadie lo había buscado siquiera. Todos estaban demasiado inmersos en sus tareas cotidianas y monótonas que ni siquiera lo habían notado. Todos excepto ella, pues seguía intrigada por la carta lacrada que había recibido hacía ya una luna. Ya no sabía donde buscar, y el cielo ya se estaba azulando, ennegreciéndose poco a poco y dejándose salpicar por esas gotas refulgentes de otros mundos. Estaba agotada y cómo un acto reflejo normal, pidió a las nubes que la ayudaran a encontrarlo, le pidió a la luna que la guiara hacia donde seguían sus pasos. Mientras veía el cielo, una estrella fugaz cruzó el firmamento. La dirección que tomó fue hacia el denso bosque de fresnos y helechos. Sin siquiera dudarlo ella comenzó a caminar hacia allá, se detuvo y pensó: “Tal vez sea la señal que estaba pidiendo, de todos modos nada pierdo.”, enseguida dio un paso más, y luego otro, hasta que sin notarlo estaba ya dentro de aquel bosque místico. (I)