Quisiera pedir un deseo...
En estos instantes tan sólo quisiera observar el cielo estrellado, surcarlo con mis ojos, buscando aquella estrella lejana que me brinda su luz para pedirle un deseo. Es sencillo ese deseo, quiero suerte, pues con ella siempre tendré lo necesario y siempre me irá bien. Con mi suerte abrazaría a los que quiero para que realizaran sus más secretos sueños.
Cuando amanece, tan sólo quisiera despertar en una mullida cama, con sábanas blancas, con el sol en mi rostro acariciándome mientras despierto, sintiendo el tenue calor de playa, escuchar el rumor del mar más cercano de lo que puede parecer, dar un hondo respiro y degustar la brisa marina en lo más profundo de mis pulmones. Estar tranquilo simplemente con los placeres sencillos que nos puede dar la vida, no preocuparte por ser más de lo que eres pues estás satisfecho al saber que tu lo eres todo, al menos para ella que está despertando a tu lado, junto a ti.
A cualquier lugar que vayas, que siempre estén tocando tus canciones favoritas; en cualquier lado en el que estés oler sutiles fragancias que te llenan el alma de sentimiento; donde sea que te encuentres lograr mantener el equilibrio del día con el de la noche. Recorrer las avenidas de noche, con el pavimento mojado, reflejando las luces nocturnas que reviven a la ciudad; recorrerla sobre tu corcel de acero y aluminio, sentir el vértigo y la velocidad que te abraza con cada metro que recorres, saber que no es menesteroso el llegar a ningún lugar, simplemente caminar y disfrutar del paisaje. Que una llovizna te atrape y en vez de correr, disfrutar sentir rodar las gotas por tus mejillas, oler la tierra que se humedece e invade tus narinas elevándote a un estado espiritual. Subir a la cima de una montaña y que las nubes acaricien tu cara, ser dueño del mundo con un atardecer a tus pies, con un amanecer en tu corona. abrir los brazos y gritar lo más fuerte que puedas, gritar para que el mundo entero te escuche y te sientas libre, pues libre eres. Ser libre de todo, no tener ataduras ni tener que seguir un sistema, ser aparte del sistema, estar sobre de él, más allá de él. Poder llorar sin ningún remordimiento, vaciar tu conciencia y exprimirla hasta que esté más brillante que una estrella. Saberte vivo y que no te preocupe la muerte, no temerle a nada pues el miedo ha quedado detrás de ti, después de haber subido aquella montaña.
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